Mi trastorno bipolar


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    [post_date] => 2023-11-06 09:00:01
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    [post_content] => [vc_row][vc_column width="2/5"][vc_single_image image="98591" img_size="full" alignment="center"][/vc_column][vc_column width="3/5"][vc_column_text]Hace ya 30 años me diagnosticaron trastorno bipolar. Todo empezó con ataques de pánico: me quedaba inmóvil como una estatua, no podía articular una sola palabra… Seguidamente, caí en una grave depresión que me mantuvo en cama muchos meses. Pasada esta, di un viraje a la manía. No entendía nada, notaba que mi estado de ánimo no era el mismo, estaba fuera de la normalidad. Me encontraba eufórica y muy feliz. Hacía muchas cosas sin parar ni descansar, casi no dormía. No paraba de hablar (verborrea) y tenía alucinaciones y delirios de grandeza. Mi psiquiatra me explicó los síntomas de la depresión/hipomanía/manía y estados mixtos. No podía ni quería aceptar mi nueva enfermedad. Mi cabeza bullía, era como una tormenta, mi cerebro recogía mis altibajos y los registraba para exteriorizarlos siempre que quería.

Recorrí numerosos hospitales y, a lo largo de la enfermedad, tuve muchos intentos de suicidio. Tan desesperada estaba y sin ganas de vivir, que no pensaba en el dolor de mi familia si muriese. Por suerte, salí bien librada de esos intentos, y entonces sí que era cuando me arrepentía y me daba cuenta de que la vida es muy bella, que merece la pena vivirla y disfrutar de ella.

En dos o tres ocasiones, estando ingresada, me hicieron contención mecánica. Yo me resistía, gritando y maldiciendo, no servía de nada. Cuatro “armarios” me arrastraron por un pasillo hasta una pequeña y obscura habitación. Me ataron con correas de cuero, con brazos y piernas separadas. Me quedé totalmente inmovilizada, me dolían las muñecas y los tobillos. Estaba desesperada e indignada. Me sentía humillada y tratada de manera cruel, vejatoria y aberrante. De hecho, según la OMS, es considerada un “acto de tortura”. En algunos países se ha derogado por ley. Para mí, es algo que no puedo olvidar, es como una herida que no ha podido cicatrizarse. Estoy luchando para que desaparezca a través de artículos y un documental. Ojalá se vean realizados mis deseos.

Las contenciones permanecen ocultas, pues no hay un registro en el que figuren con el nombre del paciente en cuestión, fecha y persona que la ha atado. No hay constancia de nada, de manera que paciente/familiares no pueden reclamar algo que brilla por su ausencia. Es vergonzoso y no hay ley que nos ampare en este mundo de una psiquiatría deficiente y de pocos recursos.

Mi trastorno bipolar ha ido evolucionando. He aprendido a convivir con él, aceptarlo, como un tipo de enfermedad más; qué remedio, me toca… El hecho de que sea crónica no me preocupa demasiado, pues pueden aparecer medicamentos más eficaces que, aunque no curen, al menos los bipolares podamos resultar asintomáticos[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Durante largas temporadas, me han tratado con distintos antidepresivos, sin ningún resultado positivo. Me propusieron someterme a varias sesiones de TEC (Terapia Electroconvulsiva o “electroshocks”) que, si bien mejoraron las depresiones, me afectaron la memoria.

Hace seis años comencé a ir a la Associació Salut Mental Pallars. Gracias a mis compañeros y a los talleres que hago, he mejorado. Mis subidas y bajadas son más suaves en intensidad y el tiempo que duran. Mis hijos, y en especial mi marido, me ayudan y apoyan. Esto hace que mi bipolaridad sea más llevadera y pueda tener una mejor calidad de vida y verme integrada en la sociedad.

 

Artículo de opinión, pertenenciente a la sección "La Voz de SALUD MENTAL ESPAÑA", publicado en el nº 1 de la Revista Encuentro, 2023.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Recientemente Contxi participó en la jornada de presentación del informe sobre tratamientos e ingresos involuntarios en salud mental. Puedes ver y escuchar la intervención de Contxi en este vídeo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_video link="https://www.youtube.com/live/H84WRORtaeM?feature=shared&t=5582"][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width="1/4"][vc_btn title="VOLVER A NOTICIAS" style="gradient-custom" gradient_custom_color_1="#ffffff" gradient_custom_color_2="#ffffff" gradient_text_color="#005b50" shape="square" align="center" i_icon_fontawesome="fa fa-chevron-circle-left" add_icon="true" link="url:%2Fnoticias%2F|title:NOTICIAS||"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][vc_column width="1/4"][/vc_column][/vc_row]
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    [post_excerpt] => Artículo de opinión de Contxi García de Marina Alloza, vocal de la Junta Directiva de la Associació Salut Mental Pallars en Primera Persona. Publicado en el nº 1 de la Revista Encuentro, año 2023.
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Informe sobre tratamientos e ingresos involuntarios en salud mental
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Opinion article by Contxi García de Marina Alloza, member of the Board of Directors of the Associació Salut Mental Pallars en Primera Persona. Published in No. 1 of Encuentro Magazine, year 2023.

30 years ago I was diagnosed with bipolar disorder. It all started with panic attacks: I remained motionless like a statue, I couldn’t articulate a single word… Next, I fell into a serious depression that kept me in bed for many months. After this, I took a turn towards mania. I didn’t understand anything, I noticed that my mood was not the same, it was out of normal. I found myself euphoric and very happy. He did many things without stopping or resting, he hardly slept. He couldn’t stop talking (verbiage) and had hallucinations and delusions of grandeur. My psychiatrist explained to me the symptoms of depression/hypomania/mania and mixed states. I couldn’t and didn’t want to accept my new illness. My head was boiling, it was like a storm, my brain collected my ups and downs and recorded them to externalize them whenever I wanted.

I visited numerous hospitals and, throughout the illness, I had many suicide attempts. I was so desperate and without the desire to live, that I did not think about the pain of my family if I died. Luckily, I got out of those attempts, and that was when I regretted it and realized that life is very beautiful, that it is worth living and enjoying it.

On two or three occasions, while I was admitted, they gave me mechanical restraint. I resisted, shouting and cursing, it was of no use. Four “closets” dragged me down a hallway to a small, dark room. They tied me with leather straps, with my arms and legs spread apart. I was completely immobilized, my wrists and ankles hurt. I was desperate and indignant. I felt humiliated and treated in a cruel, humiliating and aberrant way. In fact, according to the WHO, it is considered an “act of torture.” In some countries it has been repealed by law. For me, it is something that I cannot forget, it is like a wound that has not been able to heal. I’m fighting to make it go away through articles and a documentary. I hope my wishes come true.

The restraints remain hidden, since there is no record in which they appear with the name of the patient in question, date and person who tied her up. There is no record of anything, so patients/relatives cannot claim something that is conspicuous by its absence. It is shameful and there is no law that protects us in this world of deficient psychiatry and few resources.

My bipolar disorder has been evolving. I have learned to live with it, accept it, as just another type of illness; What remedy, my turn… The fact that it is chronic does not worry me too much, since more effective medications may appear that, although they do not cure, at least those of us with bipolar can be asymptomatic.

For long periods, I have been treated with different antidepressants, without any positive results. They suggested that I undergo several sessions of ECT (Electroconvulsive Therapy or “electroshocks”) which, although they improved my depression, affected my memory.

Six years ago I started going to the Pallars Mental Health Association. Thanks to my colleagues and the workshops I do, I have improved. My ups and downs are gentler in intensity and length of time. My children, and especially my husband, help and support me. This makes my bipolarity more bearable and I can have a better quality of life and see myself integrated into society.

Opinion article, belonging to the section “La Voz de SALUD MENTAL ESPAÑA”, published in No. 1 of Encuentro Magazine, 2023.

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